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Juan Carlos Girauta

Epítome trágico

esa copiosa tradición patria que nos dejó un abanico de sinónimos para nombrar lo que un inglés sólo puede decir en francés

"Queremos saber la verdad", reza el tríptico con que la AVT vuelve a agitar conciencias y a desnudar inconsciencias. Más allá del 11M, acaso la línea más gruesa que separa a los hombres sea ésa: querer saber la verdad o no querer saberla. Queda en el haber de los primeros la resistencia al cierre de la comisión de investigación parlamentaria, su efectiva voluntad de conocer, tan diferente de la retórica hueca con que se armó el 13M, de aquel "queremos saber" hecho de furia, mendaz, amplificado y oportuno. Y fugaz.

¿Sabremos? Si el día llega será a pesar del minucioso trabajo de ocultación de un gobierno que llegó subido al eco del grito que ahora las víctimas devuelven. Las víctimas resuenan más de lo que muchos quisieran, y además reflejan las imágenes como un espejo amargo y dolorido. Si sabemos será a pesar, también, de los socios del PSOE, de sus medios afines y de un político popular que sólo quiere mirar adelante, jamás hacia atrás, porque tiene una contractura en el músculo de la vergüenza y tiene punzado el nervio que conecta con la gente, así que siempre contempla a los suyos con hartazgo o con asco.

La piedra que cayó sobre las aguas del lago es la tragedia de los trenes, incluida la admirable reacción solidaria del pueblo español, que fue lo único espontáneo de aquellos días. Y entonces empiezan a propagarse las ondas, crecientes y concéntricas, dibujando el problema más complejo con el que se ha enfrentado la democracia española. Inmediatamente después de la tragedia, un golpe posmoderno, primera revuelta de la sociedad red, variante de levantamiento con teléfono móvil que viene a enriquecer esa copiosa tradición patria que nos dejó un abanico de sinónimos para nombrar lo que un inglés sólo puede decir en francés. El círculo siguiente o consiguiente es el vuelco electoral. El otro, un gobierno que da la vuelta como a un calcetín a la política antiterrorista previa; en concreto, crea una alta comisaría para reconducir el movimiento de las víctimas, empezando, claro está, por las del 11M. Como un hipnotizador, Peces les sugiere con voz penetrante que habrán de prepararse para lo inimaginable, que el esfuerzo lo tendrán que hacer ellos. De nuevo. El siguiente círculo infernal es el cierre de la Comisión: Rodríguez –toda ciencia trascendiendo- afirma que la cosa está clara, que no hay ninguna duda, que para qué.

Tan clara está que no hay implicado ajeno a las fuerzas de seguridad: confidentes y personajes seguidos, grabados y controlados. Tan clara que los móviles de la muerte se liberaron en la tienda de un policía; que a estas alturas aún no se sabe qué explosivos se utilizaron; que, oportunamente, todos los ejecutores se volaron juntos en un piso, no sin antes esconderse detrás de un colchón con los pantalones del revés. "Queremos saber la verdad", reza el tríptico con que la AVT vuelve a agitar conciencias y a denunciar inconsciencias.

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